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02/10/2018

PERCEPCIONES / Borrador

“Quizá la más grande lección de la historia es
que nadie aprendió las lecciones de la historia”
Aldous Huxley

A 50 años del 2 de octubre de 1968, el gobierno de la CDMX anunció el retiro de las placas de seis estaciones de Metro y de la Plaza de Armas de la Magdalena Mixhuca en las que se citaba que el entonces presidente, Gustavo Díaz Ordaz, les había inaugurado.

“Consideramos que a 50 años hay ciclos que cerrar y considerar cuál es el pensar y el sentir de la población de la Ciudad”, dijo José Ramón Amieva. Sin embargo la interpretación del sentir de los capitalinos y su proceder me parecen simplistas.

Retirar las placas en las que aparece el nombre del expresidente no cambiará lo ocurrido ni honrará a los caídos; la acción es un acto mediático sin trascendencia alguna, porque no pasa de la mera frivolidad y la apariencia.

Por el contrario, retirar las placas lo único que conseguirá será sumir en el olvido un nombre y con él los hechos de los que aún hoy, a 50 años de distancia, tienen versiones encontradas en buena parte de los mexicanos sobre lo que realmente ocurrió, producto de la desinformación y la gran cantidad de interpretaciones que se han dado con el tiempo.

Creo sinceramente que esas placas deberían permanecer ahí para servir de recuerdo permanente no de las obras del Metro, sino del paso de un presidente que ha sido cuestionado, como muchos otros en México, pero especialmente por los terribles sucesos de su mandato.

La acción del gobierno de la CDMX sabe a poco en una fecha tan significativa para la historia de la ciudad. Cambiar unas placas es nada para rememorar el viraje que lo sucedido hace cinco décadas provocó en la historia de nuestro país.

Un borrador que pasa por encima no cambia absolutamente nada.

ftijerin@rtvnews.com