“Crecer no significa necesariamente mejorar”
Yomero
He sido cliente del Merendero Tino’s, Santiago, Nuevo León, desde hace casi 60 años.
De recién nacido tuve un pequeño libro en el que pegaron un mechón de mis cabellos al nacer, plasmaron la planta de mi pie, pusieron mis medidas y era toda mi historia. Ahí decía que la primer salida “oficial” de casa fue al Tino’s y al rancho que tenían los abuelos paternos en Santiago.
Recuerdo el típico restaurante de madera pintada de color verde “coca-cola”, con sus mesas y el hueco por el que podías ver la cocina. Los juegos infantiles en la parte posterior y los lugareños con caballos que te paseaban por unas monedas.
Por años lo visitamos con mucha frecuencia, hasta que…
La modernidad fue acabando no con el típico sitio, sino con la sazón y el sabor.
La expansión fue un punto negro más a su historia, porque lejos de funcionar como una franquicia, cada nuevo sitio era totalmente distinto.
Así, probé el que tenían en Plaza La Silla y después el de Contry La Silla y de ambos terminé absolutamente decepcionado. No me quedaron ganas de ir a visitar el de Cumbres.
Es, lo digo de verdad, realmente triste el que una historia de éxito que perduró por tantos años se esté tirando a la basura por culpa de quienes en su loco afán de crecer no se dan cuenta de que pierden la esencia que les permitió llegar y sostenerse en ese punto.
Hoy, al leer que a mis compadres Nena y Obed les quisieron vender alimentos en descomposición a la fuerza, además del maltrato e insolencia de la presunta encargada, me duele la historia y los recuerdos, pero reafirmo en nunca jamás volver.