“La experiencia es una enfermedad que no se contagia”
Enrique Jardiel Poncela
Las elecciones de este domingo han sido para todos una enorme lección.
Lección bien aprendida por quien será el próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que supo adaptar el discurso que no le funcionó en sus dos primeros intentos, matizando, suavizando, adaptando, buscando en la fe y la esperanza los adeptos que con la confronta y el verbo contestatario no terminaban de llegar.
Lección aprendida también al conformar un equipo más amplio y plural, con una enorme diversidad de ideas y con variedad de opiniones, pero con un denominador común similar: el bien de México. Sus distintos puntos de vista terminaron por enriquecer la visión del candidato y la campaña, con tropiezos y resbalones, pero con una enorme capacidad para reponer el terreno y un gran valor para corregir el rumbo.
La elección dominical ha sido una dura, durísima lección para el PRI y el PAN, que no han sabido leer y sobre todo comprender, la exigencia de los mexicanos de renovar su oferta para los mexicanos.
Lección nunca aprendida por los partidos tradicionales que en su eterna soberbia terminan por desdeñar la historia y desechar la experiencia; que a cada elección colocan dirigentes, candidatos y estrategas que creen que con el solo hecho de no hacer lo que antes se hizo ya están generando un cambio, sin darse cuenta de que terminan haciendo lo mismo: jugar al gatopardo de “hacer como que hacen”, pero sin hacer realmente nada.
Lección que debe prender, ahora sí y a ver si lo entienden, todas las alarmas porque es más que una enseñanza un ultimátum de los mexicanos: o se someten a una profunda y real reingeniería, o se van para desaparecer irremediablemente.
Cada elección es una lección, para triunfadores y vencidos.
Por el bien de México y todos nosotros, ojalá que la aprovechen.