“La tendencia se hace moda y la moda costumbre que termina en ley”
Yomero
A fuerza de vivir en una época en donde todo es “light”, “ligero”, “dietético”, “sin conservadores”, “sin grasas ni azúcares”, terminamos con unas campañas políticas libres de ideas y carentes de sustento.
Van, en su inmensa mayoría, a la inmediato y lo obvio, a lo que la gente quiere escuchar, pero no pasan del mero diagnóstico; si la encuesta dice que quieren seguridad, eso es lo que les promete el candidato, pero nunca les dice cómo y mucho menos cuándo.
Hay rollo, oferta fútil, pero carente de sustancia. No hay política pública y ni siquiera una estrategia de campaña, solamente se dedican a repetir lo que los votantes piden prometiendo soluciones mágicas, aunque las más de las veces sean totalmente inviables.
Tenemos candidatos y campañas “light” que atienden en un mundo que vive de prisa a la inmediatez, pero sin una visión ni una planeación de futuro a mediano y largo plazo. ¿Que tiene un bache? ¡Yo se lo arreglo!, pero no son capaces de proponer una medida que impida que ese y otros baches vuelvan a aparecer.
Así, el show le termina ganando al debate y a la necesaria comparación de las propuestas. Se posiciona el más gritón o escandaloso, el más ocurrente, el más payaso o el más bonito.
Deberíamos detenernos y buscar regresar a los orígenes. Partidos y militantes, organizaciones y autoridades, deberíamos replantear el rumbo porque por más reglas que ponen y siguen poniendo, el resultado es el mismo y cada vez tienden a ser mucho peores.
Son campañas “light”, incoloras, inodoras e insípidas.
P.D.- El chiste se cuenta solo. Escribe el preocupado jefe de prensa: “Tan pronto llegué de un largo día de campaña y me aboque a leer con atención lo que la síntesis, previamente, me había enviado por la mañana…”, o sea, ¿cómo? ¿se entera de las noticias hasta que concluye el día? Seguramente esta noche se enterará que alguien, que no fue él, informó a su candidato del contenido de mi artículo mucho más temprano y que por ello fue que su jefe me llamó por teléfono y charlamos del tema, muchas, pero muchas horas antes de que el comunicador tuviese la brillante idea de enviar una carta aclaratoria. Por eso andan como andan las campañas.
