“Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas”
Jorge Luis Borges
Los jóvenes que por primera vez votarán en Monterrey se toparán en la boleta de la elección para la alcaldía con el nombre de un candidato que cuando ellos nacieron fue electo para ese mismo cargo: Felipe de Jesús Cantú.
A Felipe le conozco desde los inicios de su andar en la política y me parece que fue un buen alcalde de Monterrey, organizado, honesto, chambeador, pero sin grandes o fastuosas obras.
Después de haber perdido la elección para gobernador hace tres años, Cantú Rodríguez lanza lo que será su “última carcajada de la cumbancha” al poder en el tapete todas sus fichas en una sola apuesta. La gran pregunta aquí es: ¿cuál es la diferencia del Felipe de hace 18 años que ganó una elección al de hace tres que fue derrotado estrepitosamente y al de hoy? Por más que intento, no veo ninguna.
La elección para la alcaldía regiomontana no será de uno a uno, sino una campal sin reglas en la que estarán en el mismo ring Adrián de la Garza, el actual alcalde que busca reelegirse, pero también Adalberto Madero, Aldo Fasci, Iván Garza y “El Pato” Zambrano; desconozco la cantidad y nivel de propuesutas, pero de algo estoy seguro: será divertida.
A Felipe, aseguran, le han traído para ayudarle a un consultor extranjero que tampoco se distingue por ganar muchas de las elecciones en las que participa, Antonio Solá, pero el problema de Cantú no es la estrategia, sino su actitud. Si Lipe va sin Fe como en la ocasión anterior, no puede tener otro resultado que el mismo: perder.
No es igual ir de subida que de bajada y Lipe ya va de bajada, por lo que tiene que hacer el mejor de sus esfuerzos y algo más para buscar tener alguna posibilidad.
Me niego a creer que la verdadera estrategia, la de los que manejan el partido, es la misma de hace tres años: perder para ganar, es decir, perder como partido para seguir siendo ellos los que mantienen el control del albiazul. Falta menos para saber.
Lipe no tiene más que echarle muchas ganas para que los regiomontanos le devuelvan la fe.