“No hay manjar en el mundo que se
compare con unos tacos de albañil”
Yomero
No lo cuento de oídas, me tocó vivirlo y sobre todo paladearlo.
Muchos conocen de mi gusto por la cocina y esa afición por probar nuevos platillos.
Pues bien, fuera de mi ámbito laboral y por una mera circunstancia, hace años tuve la oportunidad de probar algo que en ningún restaurante de estrellas Michelin lo puedes conseguir: los tacos de albañil.
Mi finado suegro, don Guadalupe Martínez, era contratista de plomería y una vez al año me pedía hacer coincidir sus vacaciones con las mías a fin de quedarme al frente de las obras que tenía en proceso, supervisando el trabajo de “sus muchachos”. Así aprendí de coples, tubos, válvulas y conexiones; la chamba no era pesada, pasar a llevarlos a la obra y acercarles material, además de atender a los clientes y resolver cualquier problema que se presentase.
De todas esas vacaciones la parte que más extraño son las ocasiones en que cerca del mediodía los obreros de las distintas empresas detenían sus labores y calentaban “el lonche”. El simple olor que despedía aquel trozo de lámina curada en aceite y ennegrecida por la llama directa, ya era una delicia.
Con un poquito de aceite se colocaba el “bonche” de los tacos de todos y así, sin distingo, se compartían, de tal suerte que aquello resultaba un suculento bufete. De carne, de huevo, de papa y frijol, siempre con harto chile, doraditos en aquella vieja lámina… y lo mejor es que en todas las obras el sazón era el mismo, un sabor distinto y especial que por años he tratado de emular sin conseguirlo.
Hoy las autoridades en Nuevo León amenazan con multar a las construcciones que permitan que sus obreros enciendan una pequeña lumbrita para calentar sus alimentos lo cual me parece un exceso porque por muchas obras que se realicen, la contaminación que se puede generar es mínima comparada con la de otros emisores.
Ojalá y un día el creativo inventor de esta medida tuviese la oportunidad de acudir a una obra y compartir con “los maistros” una probadita de su lonche. Estoy seguro que de inmediato recularía.
