“Decimos una necedad y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola”
Voltaire
Eterna discusión entre lo lícito y lo correcto.
La demanda de amparo presentada ayer por Ernesto Cerda Serda, presidente del Instituto Estratégico de Asuntos sin Importancia (o algo así), en contra de que Bernardo González sea el Concejal Presidente del Municipio de Monterrey puede que cuadre en el marco de la ley, pero para efectos de lo que vive, piensa y siente la sociedad de Monterrey debe ser interpretada como una absoluta necedad.
Porque precisa y justamente estamos metidos en el embrollo de una elección extraordinaria por las lagunas y recovecos legales de las leyes, de tribunales que no son capaces de normar criterios y ponerse de acuerdo y de pleitos de abogados que, al final, son quienes terminan decidiendo quién gobierna y quién no, en lugar de que fuese el voto ciudadano.
Desconozco qué pretenda Ernesto Cerda con su demanda, pero sea lo que sea no resulta de beneficio alguno para la ciudad y sus habitantes.
¿Es en realidad tan difícil encontrar el cómo sí de las cosas? ¿En serio es tan complicado comprender que ya estamos hartos de demandas y pleitos y lo menos que queremos es que ahora se tenga que regresar el tema de la autoridad al Congreso para que los partidos se encarguen de determinar quién debe gobernar la ciudad en una forzada transición?
Lo que realmente consigue Cerda Serna es sumar al descrédito de la política y las instituciones, a elevar el nivel de desasosiego, indiferencia y sobre todo desconfianza de los habitantes de la capital del Estado en cuanto a este proceso.
¿Será posible que a fin de darle gusto al señor el Congreso expida un decreto urgente en el que valide, por situación extrema, cualquier pretexto o necedad que Ernesto Cerda le encuentre a los actuales concejales y así dejarnos de necedades?
Reitero lo dicho durante las últimas semanas: estamos aquí y estamos así, gracias a los partidos y los políticos, no por culpa de los ciudadanos. Por ello no debemos ser los ciudadanos quienes paguemos los platos rotos.
Elección ya, sin quejas ni pretextos, sin judicialización y a como venga, es el clamor de los regiomontanos y que por favor, por piedad y caridad del Señor, los dinosaurios de siempre se abstengan de intervenir pidiendo “justicia” cuando sus posturas no son más que necedades que buscan, muy seguramente, otros propósitos.