“No siento el menor deseo de jugar en un mundo en el que todos hacen trampa”
François Mauriac
Participando en elecciones desde hace ya muchos años en diferentes países y observando los cada vez más férreos controles sobre derechos de autor y marcas, cualquiera pensaría que la tentación de colgarse de la fama ajena ha sido superada por candidatos y partidos al saber a lo que se atienen, pero terminas por comprender que no, que no cambian ni cambiarán, que siempre habrá un “listo” que cree que nada sucede y lo vuelven a hacer.
Incluso en las redes sociales, de las cuales tan expertos se dicen algunos, te das cuenta que son cuidadosos y cierran el paso a la utilización de materiales, sobre todo música, que tenga derechos de autor registrados; pero ni así lo comprenden.
Y es que sí, suena fácil y simpático hacer una parodia o adaptar la letra de una canción conocida, copiar el logotipo, tipo de letras o el slogan de un producto famoso, pero cada vez más es más difícil hacerlo sin que aparezcan los verdaderos dueños y te reclamen el pago de sus derechos, lo que valdría la pena en el caso de ganar, pero, ¿si con eso rebasas el tope de gastos?
Seguramente Samuel García y Víctor Fuentes deben estar arrepintiéndose y recriminándose a si mismos o con muchas ganas de reclamarle a quien tuvo la genial idea de incorporar a sus campañas las caricaturas de Dragon Ball, Los Simpson o modificar “un poquito” las camisetas de Tigres y la Selección Mexicana dejándoles los logos de los patrocinadores oficiales.
Porque en ambos casos no fueron decisiones cruciales ni elementos que tuvieron un papel decisivo en sus campañas, fueron ocurrencias, puntadas del momento y la coyuntura, que les han costado un severo dolor de cabeza.
¿Cómo hacerle entender a un candidato que no se vale copiar Que se requiere de un creativo y un concepto que sea desarrollado por un profesional, buscando potenciar un mensaje y que eso en ocasiones necesita de música original, tipografías y emblemas que no basta con que le gusten a él o su pareja, sino que deben ser probados con herramientas profesionales?
En pocas palabras, copiarse puede parecer lo más sencillo y económico, pero puede resultar la más cara de las decisiones
