“El precio de la grandeza es la responsabilidad”
Winston Churchill
Tras la elección hemos recibido infinidad de noticias relacionadas en la conformación del próximo congreso local en Nuevo León, las peripecias hechas por partidos y candidatos para colarse a través de la vía plurinominal, quiénes podrían ser los coordinadores de las bancadas y la inexistencia de una fracción mayoritaria que pueda pasar por encima del resto.
Nombres, perfiles, experiencia, pero nadie se ha detenido a pedirles (que me parece debería ser exigirles) a los legisladores entrantes, que hagan el mejor de sus esfuerzos por hacer que le vaya bien a Nuevo León.
Sería prudente el que la sociedad en pleno les recordarse a los flamantes diputados que ya dejaron de ser representantes de un partido que únicamente los postuló, porque quienes pagan su sueldo y sus verdaderos jefes son los habitantes de Nuevo León, los de todos los distritos y hasta los que no votaron por ellos.
Por lo anterior su compromiso no está en defender los colores partidarios, sino en beneficiar a la sociedad; su trabajo no es, ni por asomo, el hacerle la vida imposible al Gobernador, sino en buscar consensos para construir.
Sé que intento sembrar en un desierto, pero nada pierdo con seguir intentando, con pretender horadar su conciencia para buscar convencerles de que la única y más segura forma de que puedan repetir en el cargo -aquellos con derecho a reelegirse- o que puedan aspirar a pegar un brinco, es que hagan bien su trabajo y su trabajo, créanlo, no es defender a sus partidos.
Ojalá lo tomen en cuenta. Lo que Nuevo León necesita es una oposición responsable.
