Texto Header
10/08/2018

PERCEPCIONES / Seguridad

“La seguridad es más que nada una superstición.
La vida es una aventura atrevida o no es nada”
Helen Keller

El gesto que pretende ser una demostración de confianza absoluta en el pueblo que lo eligió y un valor sereno, termina siendo además de un riesgo que se puede evitar, la posibilidad de poner en serias dificultades al país entero.

Porque sí, suena muy bien que el presidente electo sustituya al cuerpo de profesionales encargados de su protección con un equipo de ayudantía no necesariamente capacitados en esos menesteres a decir del propio Andrés Manuel, pero debemos tener claro que el riesgo es mayúsculo y si él como ente quiere ponerse en el tocadero pues muy su problema, pero el punto es que brinda la posibilidad de poner en vilo al país entero en caso de que algo le suceda.

Pensemos con frialdad. La seguridad de los gobernantes no es un lujo sino una necesidad y no me refiero a los simples guardaespaldas que lo acompañan en actos y eventos, sino a toda la red de profesionales que montan la logística, supervisan lugares, escenarios, diseñan trayectos, tienen planeadas rutas de escape, están enterados de hospitales cercanos, cuidan el protocolo y cada detalle.

Ante la evidencia diaria no podemos dejar de pensar en que afuera hay personas afectadas en sus capacidades mentales, además de que en nuestro tiempo el conseguir un arma de fuego se ha convertido en algo bastante simple. ¿Qué harán los 20 ayudantes desarmados de López Obrador en caso de un atentado?

El Presidente electo debe entender, por su bien y sobre todo por el bien de México, que el cargo conlleva una responsabilidad superior a su vida misma y es la estabilidad como país.

No podemos cerrar los ojos ante el avance del crimen organizado, ese que no duda un instante en matar a quien se interpone en su camino, ¿no es un riesgo innecesario el renunciar a la protección y no sólo ello, sino anunciarlo públicamente?

En más de una ocasión me ha tocado darle la contra a un gobernante que para demostrar su humildad pretendía manejar él mismo su automóvil y andar sin personal de custodia y escoltas. Un acto mediáticamente muy llamativo, es cierto, pero de un enorme riesgo.

Si el presidente electo no quiere a su vera al Estado Mayor Presidencial está en su derecho, pero la verdad es que requiere de un grupo de profesionales que lo cuiden las 24 horas del día.

Ojalá que su grupo cercano lo convenza de que no lo haga por él sino por México, porque en caso de que algo le llegue a suceder pondría al país de cabeza.

ftijerin@rtvnews.com