“Pero, ¿qué necesidad?”
Juan Gabriel
El proceso electoral del pasado 1 de julio ha sido ejemplar en muchos aspectos. Como nunca antes en la historia reciente los contendientes por la Presidencia de la República que no fueron favorecidos por el voto salieron casi de inmediato a reconocer el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
A lo largo y ancho del país los incidentes en las casillas fueron menores, la apertura tardía y el caso del “experimento” de las “casillas especiales” en donde no se informó con oportunidad que sólo habría 750 boletas, pero fuera de eso todo fue normal.
Por lo anterior resulta sumamente extraño que en Nuevo León la autoridad electoral sea capaz de empañar el proceso al actuar de manera negligente en las elecciones de Monterrey y Guadalupe, dos de las ciudades con mayor población en el área metropolitana y que registran resultados más cerrados.
Me parece increíble el nivel de irresponsabilidad de la Comisión Estatal Electoral al cerrar el “SIPRE” cuando aún faltaba el 30 por ciento de actas por contabilizar, porque dejan un enorme vacío que da paso a la duda y la especulación.
Argumentan “ilegibilidad” en las actas recibidas, sin embargo ya por lo menos uno de los equipos de campaña ha demostrado que dicha premisa no es verdad, ¿qué es lo que esconde el árbitro electoral? ¿A quién busca beneficiar y por qué?
Comprensible la actitud de Felipe de Jesús Cantú y de Pedro Garza, los candidatos del PAN en Monterrey y Guadalupe de decir que han ganado la elección porque los resultados publicados hasta el cierre del conteo preliminar les favorecen, sin embargo tienen razón en manifestar su queja Adrián de la Garza y Cristina Díaz porque aún queda por contar la tercera parte de los votos, de manera que no está nada decidido.
Lo único que queda claro es que este vacío es culpa de la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León, vacío que genera desconfianza, que da pie a rumores, chismes, especulaciones, que enrarece el ambiente y que da mucho de qué pensar.
Soy un convencido de que la tecnología debería operar en nuestro beneficio. ¿Son las elecciones más copiosas de la historia? ¡Bien!, pero también debemos decir que como nunca antes tenemos herramientas que nos permiten documentar de manera inmediata cualquier suceso. ¿Por qué diantres no certificar, junto con el acta de escrutinio, el resultado de cada casilla con una fotografía de la manta que al exterior de cada centro de votación da cuenta de los resultados? El “match” no puede fallar, el acta y la manta deben coincidir y así, ¿cuál ilegibilidad?
Esto huele mal, sumamente mal y aquí no hay más culpable que la autoridad electoral. A ver con qué cuento nos salen y en qué termina esta historia.