“El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado,
pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados
y una cobardía ceder el paso a los indignos”
Epicteto de Frigia
Quiero entender la postura asumida por Waldo Fernández para rechazar la candidatura al Senado por el PRD como un acto de congruencia, pero la verdad no puedo.
Y es que aunque diga que al dividirse la coalición “Por México al Frente” en candidaturas para cada uno de los partidos, no dejo de percibir un cierto ánimo de negarse a medirse ante otros, más que un deseo real de coadyuvar con la causa.
Hay que reconocerle a Fernández su trabajo y empeño, porque la verdad ha hecho un papel digno como diputado federal, con todo y que llegó por la vía de la representación proporcional por la segunda circunscripción de Guanajuato. Entienda usted.
Pero ha hecho más que muchos otros juntos y ha conseguido beneficios para Nuevo León, lo cual se agradece, pero no habría que echarle tanta crema a sus tacos porque a final de cuentas para eso justamente es que está ahí (no sé qué piensen los votantes de Guanajuato que lo llevaron a la curul).
En el fondo, seamos honestos, Waldo no aceptó contender porque no lo incluyeron en el listado de plurinominales y lo mandaron a la guerra a pelear su escaño y eso no le pareció. No es igual llegar por un distrito facilito que discutirte en una lucha descarnada por alcanzar votos y conseguir el triunfo; por lo menos fue honesto y entendió que no tenía ninguna posibilidad ante el resto.
Pero de eso a ponerte una capa de santo e intentar disfrazarlo de un acto de democracia y congruencia hay mucho trecho.
A final de cuentas esa actitud es la que lastima y ofende, es la que tiene hartos a los ciudadanos, esa doble cara de los políticos que intentan aparentar lo que no son y lo que no hacen.
Habría que explicarles que no somos tan tontos como piensan, no ellos son tan listos como se creen.
