“Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad,
un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”
Winston Churchill
Tuvieron que salir a protestar los vecinos de la Carretera Nacional por la falta de cruces peatonales para que “alguien” voltease a verlos.
Se agradece el gesto aunque en realidad es esa su obligación primigenia y sería mucho mejor si dejaran de ser reactivos ante la coyuntura de los medios y se dedicasen a cumplir sus múltiples promesas de campaña.
La semana anterior un grupo de vecinos protestó y ayer el líder de la bancada del PAN en el Congreso de Nuevo León, mi estimado Carlos “Chale” de la Fuente, salió a anunciar que “las carreteras que ya estaban en áreas urbanas deberían pasar a ser control de los municipios para que ellos se encarguen de manera integral de todo el equipamiento que requieren las avenidas, porque ya no son carreteras. Mientras estén en áreas urbanas seguirán siendo avenidas”.
Por lo anterior dijo que analizarán la ley para traspasar la responsabilidad, ahora federal, a los municipios.
Muy bonito y muy curioso, como decía mi tía “Chata”, porque Chale nos receta el remedio pero, ¿y el trapito?
¿De dónde saldrá el dinero para ese equipamiento? ¿Con qué dinero construirán los pasos peatonales?
Se les olvida (convenientemente diría yo, que no mi tía), que fueron ellos y los priistas quienes otorgaron autorizaciones a diestra y siniestra para los nuevos desarrollos sin considerar la capacidad de flujo vehicular de una arteria saturada desde antes.
Y después de que los tengan y no cuenten con el recurso, tendrán que acudir a los ya famosos intercambios de publicidad para que sean particulares los que los construyan a cambio de utilizarlos como base publicitaria durante un periodo y luego donarlos.
Y será entonces que los que antes se quejaban de la falta de puentes, ahora lo harán por la contaminación visual.
Lo más grave, lo más triste, lo encanijante, es que puedes ponerles los pasos peatonales y más del 90 por ciento de las personas seguirán cruzando la carretera, exponiendo su vida y desgraciándole la vida a los conductores de vehículos que tengan la mala fortuna de toparse con la imprudencia.
“Chale”, amigo, pida usted el remedio, pero también el trapito.
