“La confianza es madre del descuido”
Baltasar Gracián
A unas horas de que arranquen formalmente las campañas políticas por la Presidencia de México, todas las encuestas coinciden en que Andrés Manuel López Obrador va a la cabeza de las preferencias con una sólida ventaja sobre sus más cercanos competidores.
En el “círculo rojo” se da por un hecho que AMLO ganará los comicios, no avizoran otro escenario, pero esto, comentaba con un amigo hace unos días, plantea un enorme riesgo para el candidato de Morena: el abstencionismo provocado.
Ante la percepción generalizada de que la elección ya es mero trámite porque existe un ganador, una posibilidad real es que los votantes se desanimen de acudir a las urnas diciendo: “¿Para qué ir a votar si Andrés Manuel ya ganó?” y esto, créalo, puede ser el elemento que cambie la balanza en el resultado final.
Principio básico de la estrategia para ganar elecciones es anticipar la tendencia del voto y saber si en términos prácticos qué es lo que le conviene a cada candidato, que la población participe o que triunfe el abstencionismo.
El voto duro de cada partido y candidato está ahí y por lo general acude a los centros de votación a manifestar su adhesión; los que realmente determinan el sentido del resultado son los indecisos, pero si estos creen que ya todo está resuelto y que su voto no tiene importancia, prefieren quedarse en casa o dedicarse a otras tareas antes que ir a hacer una fila y pasar por el proceso de cumplir con una obligación cívica, muy moral y satisfactoria, pero también muy tediosa.
Porque además, otro elemento que entra en juego es la guerra sucia que hastía a los votantes y los llega a hartar al punto de provocarles tanto asco que se decantan por abstenerse a tomar parte en el cochinero.
No hablo de un supuesto o una teoría, sino de una realidad comprobada en distintos países en donde mediante operativos previos equipos completos desincentivan el voto y llegan a requisar credenciales para votar a fin de evitar que el electorado acuda a las casillas.
Hablamos de una compleja ingeniería y de cálculos matemáticos de cuántos votos se requieren en cada región, observando con antelación el comportamiento histórico de cada centro de votación, sección y distrito, de cada municipio y estado, en una estrategia no sólo de conseguir votos para su candidato, sino de bloquear los apoyos a los contrarios.
Este es uno de los escenarios posibles y bien haría López Obrador en dedicar grandes esfuerzos en su campaña por motivar a que la gente salga en masa a votar si realmente quiere asegurar el triunfo que las encuestas predicen a su favor. Y aquí no basta con el llamado y la propaganda, hay que asegurarse, al cien por ciento, de que la gente salga a votar; de otra manera se estarán jugando a la suerte la elección.