“Una no es ninguna”
Yomero
Urgido de reconocimiento y legitimidad para el gobierno del que forma parte, el Secretario General de Gobierno, Manuel González, se equivoca rotundamente al sacar el confeti, los globos, serpentinas y espantasuegras, hacer tronar los cuetes y sonar la música, por haber conseguido reducir los índices delictivos de una semana.
Manuel es mi amigo, tiene vasta experiencia y le sabe, por eso me extraña que caiga tan fácil en la tentación de festinar y ordenar dianas por tan poco, ya que como dicen en Sabinas Hidalgo, “una no es ninguna”.
Declaró orondo -diría María Julia- el Secretario: “Por fin dimos en el clavo, fuimos acorralando y acorralando la situación hasta que pudimos dar con una muy buena semana”.
Y es que le bajaron a los robos a negocios, extorsiones, robo a personas, vehículos y casas, así como a los homicidios, pero insisto, una no es ninguna, porque falta ver si el resultado fue en realidad producto del trabajo de la autoridad o una simple coyuntura.
En estos casos, dice “el librito”, lo mejor es conducirse con prudencia y esperar que los buenos resultados persistan para entonces sí echar las campanas a vuelo, porque de otra manera si lo sucedido es producto de la casualidad o de otras circunstancias, los números rojos volverán a las marquesinas y le harán tragar completitas, y sin agua, sus palabras al funcionario.
Diferente escenario hubiese sido si Manuel simplemente hubiese aceptado que se tuvo una buena semana, decir que están trabajando, que están contentos más no satisfechos, que hay que seguir chambeando y que no descansarán hasta que los índices se reduzcan al mínimo; pero de eso a asegurar que ya le dieron al clavo y que ya tienen acorralada la situación, coloca al funcionario en un escenario de franca vulnerabilidad, sitio en que no fue la prensa ni los periodistas los que lo pusieron, sino él solito, pero que júrelo van a aprovechar los medios, sus enemigos, los partidos y demás, para hacerlo trizas tan pronto como se revierta la situación:
Dos cucharaditas de prudencia, por la mañana, por la tarde y por la noche, le caen muy bien a todo político, sin importar lo exitoso que sea o lo desesperado que se encuentre.