“La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso”
Jean Paul Sartre
Tres hechos distintos ocurridos ayer llaman mi atención y me hacen cuestionarme, ¿qué ha cambiado, qué estamos haciendo distinto para que las personas, hartas de la inseguridad, se atrevan a enfrentar a los malhechores arriesgando y en muchos casos perdiendo la vida?
“Asesinan a cajera en asalto a tienda”; “Balean a encargada en atraco a lotería”; y “Enfrenta a ladrones y muere acuchillado” son los tres hechos a los que hago referencia y en los que dos personas fallecieron y una tercera resultó con una herida de bala.
Esto no es casual, tiene ya algún tiempo sucediendo, porque con mayor frecuencia vemos la manera en que son muchos los ciudadanos que dejan atrás el miedo y enfrentan a los delincuentes sin importar lo que suceda.
Dejando de lado el nivel de desesperación (¿cómo pedirle paciencia y prudencia a un comerciante que han asaltado varias veces en un mes?) es evidente que esto no ocurriría si nuestras autoridades cumpliesen con su función de protegernos.
Y va mucho más allá, porque el fenómeno abarca otros aspectos de nuestra vida en sociedad como la falta de educación, empleos y oportunidades, el rezago y la impunidad, además de las enormes lagunas legales derivadas de un nuevo sistema de justicia que en la teoría era mejor que el anterior pero ahora brinda enormes facilidades a los delincuentes para evadir la cárcel.
Algo tenemos que hacer antes de que esto siga creciendo. Algo debemos hacer y es prioritario hacerlo ya.