“El fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente,
sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo”
Umberto Eco
Samuelito García no se cansa de enviar recaditos a los casineros, insiste, porfía, se empecina y enterca en que quiere dinero de ellos, a cambio de algo, de lo que sea, pero que lo tomen en cuenta y no lo olviden.
El diputado que sin ningún antecedente o militancia en Movimiento Ciudadano consiguió la candidatura con fuerte$ razone$, se ha puesto como objetivo recuperar su inversión con los casinos, por lo que una y otra, y otra vez, ha insistido en enviar mensajes bastante obvios para que le contacten, le manden a un emisario, un correo electrónico, un whats app o ya de plano que le lleguen al precio a cambio de su accionar o de dejar pasar, pero como nada de eso ha sucedido…
Primero los amenazó con proponer un impuesto, pero nunca sucedió, como tampoco nunca le hicieron caso; después el impuesto llegó por otras vías y como nadie lo buscó, sigue terco en mandar recaditos.
García, cual es su costumbre, acusa sin pruebas y declara. “Ahorita sí se escucha y tengo un temor fundado que los casineros están operando con algunos diputados buscando quitar el impuesto a casinos”.
Traducido al español lo que Samuelito quiere decirles a los casineros es: “Como no me están tomando en cuenta a mi, les reviento el tema y antes de que se les ocurra les descubro el truco”.
Samuel García no legisla en beneficio del pueblo de Nuevo León, antepone su interés personal y su negocio, su ganancia, su obtener dinero fácil, al beneficio del pueblo; a García no le importan ni los casinos ni las finanzas del gobierno, lo que él quiere es ver llena su cuenta bancaria.
Pero el chamaquito es bastante obvio, es evidente a más no poder, es más transparente que un cristal y así no se puede, porque se siente estratega, pero se comporta como un vil “panchero” de barrio bajo.
Sería recomendable que este diputado se pusiera, por lo menos una vez, a trabajar y dejarse de andar buscando cómo sacarle dinero a los empresarios. Es una pena que con tanto futuro por delante la ambición le gane y termine abonando en el descrédito para los políticos y los partidos.
Como los niños de primaria, que no son capaces de decir las cosas de frente, se la pasa mandando “recaditos”.