“Los amigos son para las ocasiones, salvo en determinados círculos
político-económicos, en los que las ocasiones son para los amigos”
Jaume Perich
De cara al 2018 el PRI necesita urgentemente reinventarse y no será con un simple cambio de dirigente como lo consiga.
Si lo que quieren es permanecer en el poder, tienen el tiempo justo para realizar jugadas clave que los legitimen frente al electorado y con ello me refiero a sacrificar a algunas piezas de su tablero.
Dolorosa medicina, como muchas, pero absolutamente necesaria, tienen que darle sangre al público del coliseo y en este caso sangre de sus propios generales, porque el momento exige sacrificios ejemplares.
A fin de controlar los daños, deben elegir muy bien quiénes serán los nominados y trazar una ruta crítica que les permita sostener el tema hasta junio del 2018, pero no sólo eso, sino que para esas fechas tenga un status que beneficie a quien quiera que sea su abanderado en la carrera presidencial.
Una acusación, enjuiciamiento y sentencia expeditas no les convienen, porque la memoria es corta y lejos de abonar a su causa, terminaría en un efecto de boomerang que les exigiría subir más cabezas al cadalzo. Se requiere una batalla legal larga y al mismo tiempo sostenida, que permita dar golpes mediáticos de alto impacto, que demuestren que van en serio y van con todo buscando a los corruptos.
Sólo así podrán también enderezar sus baterías contra el exgobernador de Sonora, pero darle gusto a la compañera Pavlovich sin meter un autogol y empatar los cartones, sería un suicidio político.
Son varios los susceptibles a ser llamados a cuentas y aunque muchos en Nuevo León lo desean el ex gobernador Rodrigo Medina se salva de la hoguera priista por una sencilla razón: le darían la razón al independiente Bronco y ese no es el efecto que están buscando.
Se cierra el círculo y un nombre brilla: Javier Duarte, el cuestionadísimo gobernador de Veracruz y aquí sucede algo curioso; un diputado por Nuevo León tiene que ver mucho en la historia: Álvaro Ibarra, ya que como presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara se ha hecho guaje para avanzar en las seis solicitudes de juicio político que existen en contra de Duarte. ¿A quién protege Álvaro? ¿Al PRI, a su ex jefe o a alguien más? En breve podría caerle desde lo más alto de los olimpos una orden para destrabar esos asuntos y darles procedencia, obligando al tamaulipeco avecindado en nuestras tierras a beberse de golpe un vaso entero de Amargo de Angostura.
Al PRI le urge reinventarse y dejar de jugar al gatopardismo que ejercita de excelente forma Álvaro Ibarra, ese de hago mucho para no hacer nada.
El tiempo sigue jugando en contra.