“¿Coincidencia, casualidad, destino?”
Yomero
Otra vez en septiembre, como aquel 1985.
Otra vez un sismo de enorme magnitud, pero en esta ocasión y por fortuna sin las consecuencias gravísimas del anterior.
Aún en la memoria, a pesar de que han transcurrido más de 30 años, muchos capitalinos se estremecen al escuchar la alerta sísmica y lo pasan mal cuando la Ciudad de México se sacude. Por muchos años que tengan ahí, nunca terminarán de acostumbrarse.
Con construcciones más eficientes y mucho más organizados, los habitantes de la gran urbe deben conformarse y pagar el precio de vivir en la metrópoli, siempre con temor y la esperanza de no tener que revivir aquellos fatídicos minutos de hace tres décadas.
Septiembre, temporada plena de huracanes y también de sismos. La naturaleza nos recuerda, de la manera más ingrata, que no estamos solos y debemos respetarla.