“Tu verdad no; la verdad
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado
Ser diputado es algo harto difícil, hay que saber, opinar, discutir, promover, defender, analizar, tomar una decisión y votar a favor o en contra de más de ocho mil 324 cosas, incluido el punto exacto de ebullición del agua que permita alcanzar la cocción justa para obtener un huevo duro (por piedad Sammy, no vayas a presentar una iniciativa sobre esto).
Y uno entiende que los legisladores no pueden ser duchos en todos estos menesteres, por lo que deben rodearse de un equipo de asesores que los auxilien en aspectos técnicos y legales a sustentar sus posiciones.
Por eso me extraña que en la propuesta para crear un organismo descentralizado que maneje la Televisión Pública Estatal (Canal 28), de todas las bancadas, todas, estén total, absoluta y definitivamente equivocadas.
No busco defender a nada ni a nadie, simplemente intento llegar a la verdad. Con el 28 me liga una historia desde antes de su fundación y tengo por la institución un especial cariño, pero tampoco se trata de eso, sino de simplemente que se cumpla con la ley.
Alegan los sesudos diputados que la emisora no puede transformarse en una dependencia descentralizada y comercializar por su carácter de permisionaria y no concesionaria.
Habría que informarles a los doctos legisladores que las permisionarias hace tiempo dejaron de existir en nuestro país y que las estaciones que operaban bajo esa figura pasaron a ser “concesionarias de uso público”, estas, a diferencia de las concesionarias comerciales, no buscan el lucro como fin, pero pueden obtener ingresos mediante el esquema de patrocinios.
Los patrocinios cuentan con todo un esquema de regulación y normativa, además de que deben someterse a parámetros de transparencia.
¿Para qué convertirse en una dependencia descentralizada del Ejecutivo? Sencillo, para dar cumplimiento al mandato de la reforma de ley que ordena que los medios públicos deben tener independencia editorial, financiera y operativa del ente al que pertenecen. Pudiera haber otras maneras de llegar a este resultado, pero hasta el momento la descentralización es el camino más corto y efectivo para conseguir el propósito.
¿Qué en los propósitos se cita que puede contraer deuda? ¡Claro, porque se trata de algo inherente!, pero ojo, este ente no se manejaría solo, sino bajo la supervisión de un Consejo Consultivo. Aquí surge una pregunta, en el supuesto de que el Canal ya operase bajo el nuevo esquema, ¿a quién le correspondería aprobar una solicitud de endeudamiento? ¡A los mismos diputados!
Lo peor del asunto es que la misma reforma a la ley señala como obligación la transformación al nuevo modo de operación para principios del 2018 y advierte que de no cumplir con ello la autoridad les retiraría la concesión de operación, por lo que nuestros brillantes diputados se la están jugando en serio.
No se trata simplemente de adquirir deuda. Es más bien el ponerle orden a las cosas, cumplir con la ley y alcanzar un estatus soñado durante largos años para brindar claridad, certidumbre y transparencia a una institución que merece mejor suerte y, sobre todo, mucho más presupuesto que el que los propios legisladores le autorizan para operar cada año.
Si no saben, pregunten y de mi parte propínenle un coscorrón a sus torpes asesores, para que no los exhiban tan feo.