“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”
Rabindranath Tagore
Antonio Córdova ha muerto y con su partida se va una de las últimas grandes voces de la radio en Monterrey del Siglo XX.
Fue Toño, como le conocía todo el mundo, un referente para mi desde que era niño. Su voz de terciopelo, educada, modulada, que te acariciaba el oído, engalanaba a diario los micrófonos de su amada AW en sus “Ecos de España” o “La hora de Cri-Cri”, pero también su seguridad al transmitir noticias, siempre con una dicción perfecta, con ritmo y entonación.
Antonio formó parte de la época de oro de la radio en nuestra ciudad y fue uno más de esa grandiosa pléyade de voces que te acompañaban siempre. Compadre de Héctor Benavides a quien conoció en Radio Alameda y luego estuvieron juntos por largos años, pero compañero de micrófono de estrellas como Jaime Oyanguren del Castrillo, Joaquín Iglesias Romero, Ramiro Marroquín Morales y tantos más como Mario y Gustavo Agredano, Humberto Romo, Horacio Alvarado, Enrique Ávila Rubí, Carlos Saucedo, hasta llegar a una generación posterior en donde trabó amistad con René Alonso Estrada.
Sentí de siempre una enorme admiración por Toño por su inmensa crónica taurina, ya con la voz, ya con las letras; sus crónicas publicadas en El Porvenir eran una delicia y su columna diaria un referente de información.
La vida me permitió conocer a aquel ídolo que tuve de niño, como ocurrió con otros muchos y poder tener cercanía para aprenderle y enseñarme. Maestro exigente que no te obligaba, te convencía con un consejo, con un detalle.
En noviembre pasado, con motivo de su cumpleaños 90, su familia le organizó una comida a la que tuve el privilegio de ser invitado por el propio Antonio y aproveché la ocasión para grabarle una entrevista sobre su vida en la radio y los toros. Fue una delicia.
Se va el hombre pero queda su legado, su señorial voz que jamás nadie podrá igualar, su personalidad y carisma, quedan sus textos en los archivos para seguir recordándole y rematar con aquellas letras que colocaban al final de cada columna YPHET (Y por hoy es todo).
Descanse en paz un grande de la comunicación. ¡Gracias Maestro por tu amistad y tu cariño!
