“Agradar cuando se recaudan impuestos y ser sabio cuando se ama,
son virtudes que no han sido concedidas a los hombres”
Edmund Burke
Como si la ciudad estuviese funcionando como reloj suizo, como si la limpieza, los servicios, pavimentos y la seguridad fuesen de primer mundo, los municipios, a través de agencias de cobranza que se pagan con nuestro dinero, han desatado una campaña de terror en contra de los ciudadanos para obligarles a pagar el Impuesto Predial.
Y es que bueno, a nadie le gusta que le cobren, pero es que también hay formas de hacerlo. ¿No tendrán una manera más sutil y convincente que amenazarte con “iniciar el procedimiento administrativo de ejecución” y decirte que si no pagas en la fecha que ellos dicen te añadirán una suculenta “actualización”, además de muy atentamente informarte que de no hacerlo podrían llegar hasta el embargo de la propiedad?
Hablemos con peras y manzanas para que me entienda.
Hay un adeudo de casi 4 mil pesos del año anterior (incluidos obvio sanciones y recargos) y el impuesto de este año es de 2 mil 600 pesos; pero a los angelitos de Monterrey se les antoja agregar 900 pesos de recargo y 2 mil 970 pesos de multa (el 100 por ciento) más 297 pesos de “gastos”.
Por principio, si la multa es del 100 por ciento, ¿qué no serían 2 mil 600 y no 2 mil 970? Está medio raro ese 100 por ciento. Y ya ni hablemos del recargo y los “gastos” que deberían ser de 260 pesos.
Y encima te advierten que si no les pagas, van a recetarte una “actualización” de más de 800 pesos, es decir, el impuesto que en realidad era de 2 mil 600 casi se duplicará en unos meses.
La gente de uñas con los políticos, el gobierno y los partidos y estos le echan gasolina a la lumbre. No comprendo tanta voracidad, tanta inconciencia y tanta incongruencia, porque son esas mismas autoridades las que llegando noviembre y diciembre se lanzan con campañas condonando multas y recargos en un 100 por ciento. ¿Y los mensos que sí cayeron por la amenaza y pagaron esas multas? ¡Que se frieguen!
Ven la tempestad y no se hincan.
En lugar de probar con métodos y sistemas más modernos, pero sobre todo más humanos y convincentes, en donde sea la persuasión y no el terror los que consigan el cometido, insisten en poner una bota en el cuello de los ciudadanos para recordarles que “ellos son la autoridad”.
Y por increíble que parezca, nosotros los pusimos y los tenemos ahí.
A ver si al rato no empiezan a escucharse voces de “Margarita regresa, todo está perdonado”, porque una cosa era tener la ciudad desatendida y otra, muy distinta, el amenazar a la ciudadanía y pegarle en donde más le duele.
