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23/06/2025

Maltrato

“Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos
o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”
Thomas Jefferson

Seguro ocurrió desde antes, pero tengo por lo menos 25 años escuchando la misma canción. Cuando aquella “luna de miel” que Jesús María “Chema” Elizondo tenía con los medios de comunicación, a raíz de que un camarógrafo de TV captó una pedrada que recibió en un gira por una colonia, lo que lo catapultó a convertirse en alcalde de Guadalupe, acabó, y ya como alcalde de Monterrey le llovieron señalamientos y preguntas por su desempeño, Elizondo respondía invariablemente “son ataques políticos”.

Y no. No todos eran ataques políticos, muchos de los reclamos publicados en los medios tenían que ver con temas de rendición de cuentas y transparencia, con el manejo honesto de recursos, pero a “Chema” nadie lo sacó de la misma respuesta.

De ahí en adelante todos los gobernadores y buena parte de los alcaldes han recurrido al mismo sistema de intentar “matar al mensajero” desacreditándolo, la queja sistemática ha sido la misma: “sólo miran lo malo, no lo bueno”.

La pregunta que siempre les he hecho en situaciones así es: “¿no será que la forma en que comunicas lo bueno no es lo suficientemente buena como para opacar lo malo?”

Entendamos, la vieja sentencia periodística es clara: “Good news are not news” (las buenas noticias no son noticia) y los medios son un negocio que tiene como objetivo vender, de manera que lo normal es que aparezcan informaciones relacionadas con violencia, escándalo, sangre o sexo.

Samuel García, como sus antecesores, se queja de que “hay muchos pesimistas” que únicamente ven lo negativo y no los resultados positivos de su gobierno.

Colocar una noticia positiva en los medios cuesta el triple de esfuerzo que el camino que le lleva a una información negativa, es la realidad, pero no es algo nuevo, ese es el reto que enfrentan los comunicadores y que deben afrontar día con día, de manera que escudriñar las mil y un maneras de “vender” cada historia implica un trabajo serio y ordenado.

Quejarse del supuesto “maltrato” no resuelve las cosas, por el contrario, las empeora, porque demuestra que al funcionario le duele o incomoda; la tarea es encontrar el balance que te permita minimizar los hechos negativos o cuestionables y maximizar las acciones positivas y eso, seamos también claros, no depende de la comunicación, sino del accionar completo de un gobierno.