“Todo delito que no se convierte en escándalo no existe para la sociedad”
Heinrich Heine
Cuando escucho o leo la palabra “escándalo”, mi mente de inmediato se remite a esa bella composición del maestro Rubén Fuentes hecha éxito en la voz del grandioso Marco Antonio Muñiz.
Debido a que estaba fuera del país no pude acudir al homenaje que le hicieron el miércoles en el Auditorio Nacional y que resultó todo un éxito. El “Escándalo” de Fuentes en la voz de Muñiz se escuchó junto con todos sus éxitos.
Pero hay de escándalos a escándalos y también quienes viven de ello. Son muchos los artistas que se hacen publicidad a costa de él y no pocos los políticos que gracias a su repercusión son conocidos.
Resulta jocoso (no me vaya a denunciar y me exija una disculpa pública) que el Presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, se haya escandalizado por el uso en tribuna de la palabra “mierda” por parte de Ricardo Anaya y haya jurado y perjurado que él jamás ha empleado ese lenguaje, cuando es de todo el mundo sabido que el arma predilecta de Noroña es el escándalo.
En alguna ocasión Manuel Rodríguez “Manolete” ganaba la competencia en el ruedo a Lorenzo Garza y ante la poca colaboración de sus toros, “El Ave de las Tempestades” montó un escándalo de órdago terminando en la cárcel y con ello ganándole las ocho columnas al “Monstruo de Córdoba”.
Localmente tenemos a nuestros escandalosos como la diputada Rocío Montalvo que hizo su show el domingo y le siguió en la semana, como ocurre cada vez que busca notoriedad o que le tomen en cuenta en el gobierno o su partido.
Igual pasa con “El Pato” Zambrano que no pasa de eso, de ser escandaloso y que ahora trabaja de mercenario difundiendo mensajes escandalosos, pero sin mucho sustento, para ganarse un sueldo y buscarse una nueva canidatura.
Ruido, show, tramafax, búsqueda simple de llamar la atención… nada comparada con la interpretación de “El Lujo de México” de aquel “Escándalo” de don Rubén Fuentes.
