“Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida
ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Así la poesía no habrá cantado en vano”
Pablo Neruda
Ayer hablábamos del descuido e inseguridad que privan en los alrededores de la Alameda Mariano Escobedo de Monterrey, así como en lo que circunda la Central de Autobuses, el Barrio de El Nacional o la colonia Industrial.
Pero no sólo esas zonas hemos perdido los regiomontanos, son muchas otras que con el paso del tiempo se han ido poblando de vagos, malvivientes, rateros, drogadictos y demás.
Una de estas áreas es la de la Plaza de la Purísima, ícono y punto referencial de mis juventudes; punto que dividía y al mismo tiempo hermanaba la colonia Mirador con el Barrio del Mediterráneo, así como también frontera con la acaudalada colonia Obispado.
Poco a poco, casi sin darse cuenta, el lugar fue perdiendo su calidad de vida y lo que antes era brillo y luz, se transformó en un sitio peligroso a cualquier hora del día. Hoy han intentado repoblar la zona con edificios de departamentos, pero los riesgos siguen latentes
Y no son los únicos lugares porque existen colonias que a lo largo de su historia nunca jamás han sido intervenidas y a ninguna autoridad, de cualquier partido, les ha interesado en lo más mínimo regenerarles.
Así, la colonia Independencia, sobre todo en su parte alta o la Pío X en donde adentrarte cuando comienza la noche es una sentencia de por lo menos salir asaltado y golpeado.
Igual ocurre en Sierra Ventana y la conocida como Alfonso Reyes, en donde rara vez existe presencial policial; no se diga en la afamada Coyotera, la Niño Artillero o el Topo Chico, esos son barrios prohibidos en donde hay que tener mucha necesidad y mucho valor para vivir.
Todos somos regios y quienes ahí viven también emiten su voto y aunque casi nadie lo haga, también deberían pagar su predial.
Mientras mantengamos áreas en el olvido, mientras los programas sociales no lleguen, mientras no se realicen intervenciones integrales para cambiar la vida de las personas, seguiremos fracasando como sociedad, por muy altos edificios y líneas del Metro que tengamos.