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19/06/2025

Sí soy

“Solo hay dos clases de pendejos: Los que lo son
y los que no reconocen que también lo son”
Hermenegildo “El Maistro” Torres

Puedo afirmar con absoluta certeza que como ser humano quepo dentro de varias de las definiciones que el admirado “Maistro” Hermenegildo L. Torres, presidente del PUP (Partido Único de los Pendejos), fue recopilando y clasificando a lo largo de la vida a fin de legar al mundo un tratado que permitiese reconocerles en función de la personalidad de cada individuo.

Dicho lo anterior y para que no quepa ninguna duda, me reafirmo: Sí soy, aunque a veces sea optimista porque creo que sólo soy poquito.

Una de las lecciones más grandes de don Hermenegildo es aquella que reza que una forma sencilla de reconocer a un pendejo es porque, como los enfermos en negación, niega su pendejez.

Hace unos días escribí un artículo señalando que los regiomontanos somos tercos y pendejos, porque ni resolvemos de fondo el asunto de la enorme cantidad de maleza en el lecho del río Santa Catarina, lo que puede ocasionar una grave inundación al desbordarse su cauce, pero tampoco aprovechamos ese enorme espacio de un río que la mayor parte del tiempo está seco y que, con cuidados y supervisión, puede ayudarnos a solucionar problemas.

Ande usted que horas más tarde llegó a mi buzón un mensaje de un tipo que asegura que él no forma parte de la definición que expresé en mi artículo; yo simplemente recordé al Maistro Torres.

A pesar de los avances de la modernidad, lo cierto es que los escritores pocas veces recibimos retroalimentación de nuestros lectores, por eso la mayoría de las veces es un gusto el recibir un correo, ya sea para reconocer algún aporte, como también para diferir de algún concepto.

Como persona pública estás expuesto a recibir toda clase de comunicaciones, sin embargo una cosa es un señalamiento por tus opiniones y otra, muy distinta, cuando el asunto se convierte en insultos y agravios.

El tipo que dice no formar parte de la clasificación tiene tiempo escribiéndome y aunque en un principio respondía a sus mensajes, terminé optando por ignorarlo, porque me parece tiene una visión extraña en la que nada le parece y si no está de acuerdo recurre a los insultos.

Antier de nueva cuenta volvió a las andadas y, como el león que cree que todos son de su condición, me acusó de vender mi pluma y opinión a una entrañable amiga a quien le reconocí su trabajo y pasión por el servicio público.

No me espanta ni me asusta la opinión de un político frustrado, pero reitero, una cosa es la opinión y otra muy distinta el tolerarle sus impertinencias que sinceramente dudo sea capaz de repetirme en mi cara.

Por lo anterior opté por bloquearle y marcar su correo como “spam” así que ya se cansará algún día de escribir, porque no le daré el gusto ni siquiera de leerle, aunque eso sí, mantendré incólume mi opinión acerca de que como todos, y aunque a él no le parezca, forma parte del conglomerado universal del PUP.