Texto Header
16/06/2025

Tercos y pendejos

“¡Estoy horrorizado! No sé si el mundo está lleno de hombres
inteligentes que lo disimulan… o de imbéciles que no se recatan de serlo”
M. Brickman

Visto está, somos tercos y además pendejos.

Porque no encuentro otra forma de describir nuestra tozudez de empecinarnos en mantener las apariencias y mantenernos en lo “políticamente correcto” aún y que pongamos en riesgo nuestra seguridad.

Ya lo decíamos aquí hace poco tiempo, hay que realizar una limpieza selectiva de la flora en el lecho del río Santa Catarina para evitar desbordamientos y sí, ya especialistas lo han dicho también y los colectivos lo han aceptado; el problema vendrá en el minuto uno en que aparezcan haciendo la limpieza cuando sobrarán estúpidos defendiendo el río y negándose a que le quiten una sola ramita.

Pero además somos pendejos porque en ese afán de mantener posturas fijas a pie juntillas, nos resulta imposible el ceder un poco y tomar ventaja de algo que está ahí sin ningún beneficio.

Por décadas el lecho del Rio fue la cancha deportiva más grande del mundo. En ella se practicaban diversos deportes y miles de regiomontanos se mantenían alejados de las drogas y los vicios gracias a todas esas ligas que ahí jugaban.

A sus canchas mayormente de tierra, les aplicaban un químico que evitaba que se levantara polvo cuando surgían rachas de viento y todos éramos felices. Su ciclopista desde Guadalupe hasta los límites con Santa Catarina era una delicia recorrerla.

El problema vino cuando algún listo empezó a vender pedazos de río para hacer negocios particulares.

Somos tarados porque no utilizamos ese cauce seco natural que se llena muy de cuando en vez de agua para construir un BRT económico, con estaciones ligeras, que cruce desde Santa Catarina hasta Cadereyta, con una frecuencia de paso ágil y paradas cerca de los puentes existentes.

Imagina el beneficio para miles y miles que hoy viven en García o en Juárez, que puedan llegar en cuestión de minutos al centro de Monterrey o volver y a partir de ahí rutas alimentadoras.

¿Cuánto puede costar limpiar, emparejar y apisonar? Nadie habla de pavimentar, simplemente hacer transitable la ruta y aplicar ese famoso químico para que no se levante polvo; colocar policías que cuiden a la población en las estaciones y asunto arreglado.

Un altísimo porcentaje del problema de la movilidad se resolvería de esta manera con camiones que ya tenemos y con una inversión mínima.

Pero no, somos tercos y pendejos y nos encanta cruzar la vida como decía mi abuelo don Gilberto Elguezabal: “Como las burras, por la incomodidad”.